martes, 15 de diciembre de 2009
Martes 15 de diciembre.
III Martes de Adviento.
Un cristiano triste, es un triste cristiano. Esto no es algo nuevo, pero muchas veces se nos olvida, sin la alegría habitando en nuestras vidas de nada sirve lo que hagamos porque no lo haremos lo mejor que podamos.
San Pedro Nolasco era un hombre de una alegría irrompible, esto no quiere decir que fuera de risa floja, no. Un día cuando volvía de un viaje con uno de sus mejores amigos le contó en que consistía la verdadera alegría y esta no era lo que su amigo creía que podía ser, la verdadera
alegría no era que todo saliera como pensaban, no, la verdadera alegría no era tener de todo, no, la verdadera alegría no era que todo el mundo fuera muy bueno, no, la verdadera alegría estaba dentro de cada uno cuando algo salía mal y esto no podía con él, la verdadera alegría era tener mala suerte pero seguir luchando, la verdadera alegría es saber ver el lado positivo de las cosas cuando se tuercen.
ORACIÓN
Buenos días Señor,
Hoy no he entendido mucho esto de la verdadera alegría
Pero sé que quiero ser feliz
Y sé que cuando estoy alegre mi vida es mejor.
Pero muchas veces estar alegre no es fácil,
Muchas veces las cosas salen mal y me rindo
Tantas veces me he desanimado
al intentar hacer algo…
Hoy quisiera ser un poco más alegre,
verdaderamente alegre,
Con esa alegría que ayuda a levantarse,
Con la alegría de los que saben que pueden,
Con la alegría de Jesús
que lucharon por ser felices
A pesar de que no fuera fácil
A pesar de todo siguieron adelante,
Sin levantar la voz y sin imponerse a nadie,
Sólo marcando el camino de la verdadera alegría.
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